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Francisco Arias Solís

RAMIRO DE MAEZTU POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

RAMIRO DE MAEZTU (1874-1936) “La prensa debió suplir, con informaciones concienzudas, la ignorancia de nuestras clases gobernantes, formadas de leguleyos y oradores, respecto de las fuerzas navales de la República norteamericana y de las causas determinantes de las insurrecciones coloniales.”

Ramiro de Maeztu.

 
LA VOZ LITERARIA DE UN PERIODISTA
 Es curioso el destino de muchas grandes figuras históricas que disputadas por unas u otras banderías, acaban presentando los más variados aspectos según el punto de mira o la intención de quien nos habla, siendo estos aspectos no ya distintos o cambiantes, sino a veces hasta francamente contradictorios. Así ha ocurrido, en gran medida, con Ramiro de Maeztu, a quien unos presentan como agnóstico y socialista mientras otros nos lo caracterizan como católico ultramontano y uno de los adalides del autoritarismo español. Los críticos más objetivos, aquellos que se deben a la verdad y a la imparcialidad, han acabado por aceptar la imagen de una doble etapa en la evolución intelectual de este autor: una, de juventud, marcada por la actitud revolucionaria y nietzscheana, y otra, de madurez, afincada en el conservadurismo y la reacción.  

Dentro de la generación del 98, Maeztu representa un caso extremo y sintomático. Inició sus primeros pasos con el grupo de “los tres” -con Azorín y Baroja-, bajo la inspiración y la fuerte influencia de Nietzsche. Influido por la experiencia europea y de la guerra, empieza a valorar los principios de autoridad, jerarquía y función. Esta experiencia se une a la experiencia argentina, que le lleva al descubrimiento de la “hispanidad”, en el sentido más tradicional de la palabra, para terminar oponiéndose a todas las ideas de ilustración y liberalismo. Maeztu no es escritor “artístico”, sino sobre todo ensayista y articulista ideológico y cultural. Nos ha dejado sin embargo varios poemas que, si bien carecen de gran empeño constructivo, poseen, con todo, valor testimonial no desdeñable. Azorín nos recuerda que Maeztu componía versos “en la redacción del diario España, a las tres de la madrugada, después del trabajo serio de la noche”, pero está claro que se trató de dedicación inconstante y de poco fruto, acaso abandonada por las exigencias de las solicitudes diarias. Tenemos que señalar, por otro lado, el valor literario de la prosa de Maeztu, llena de una elocuencia grave y elegante.

 

Ramiro de Maeztu Whitney nace en Vitoria el 4 de mayo de 1874. Hijo de Manuel de Maeztu, nacido en Cuba aunque de ascendencia vasca, fundador en Vitoria del periódico ABC, y de la hija del cónsul inglés Juana Whitney, de religión protestante. Su hermana María contó que su hermano mayor aprendió a leer en los dramas de Shakespeare y de Schiller. De 1882 a 1887, Maeztu estudia el bachillerato en el Instituto de su ciudad natal, en esta misma época escribe versos apasionados a imitación de su gran admirado poeta romántico Espronceda.

 

A los quince años, y como consecuencia del empobrecimiento paulatino de su familia, emprende viaje a París donde trabaja en un comercio siendo despedido unos meses después regresando a España donde permanecerá temporalmente hasta su marcha a Cuba, donde su abuelo Francisco de Maeztu, guardia de Corps, había conseguido una sustanciosa fortuna.

 

En 1894 Maeztu, visiblemente enfermo y a petición de su madre, regresa a España “convencido de no ser útil para nada y resuelto a morirme tranquilo en la ciudad donde nací”.

 

Al regresar a la Península debuta como periodista en Bilbao en El Porvenir Vascongado. Maeztu era ya un defensor de las ideas individualistas, un apologista de la lucha por la vida como estímulo del progreso, del necesario triunfo de los más capaces. El “chico de El Porvenir”, como le llamaba el director del periódico Valentín Hernández, trató de organizar, en mayo del 96, una huelga de periodistas bilbaínos, para lograr el descanso semanal. A Madrid llegó Maeztu, vestido de soldado, con su oficio de periodista a cuestas, a comienzos de 1897. Un buen día cae en una tertulia literaria. Benavente le anima y le obliga a publicar sus primeros escritos: cuentos y poemas. La primera publicación en la que colaboró fue Germinal, una de las efímeras revistas de gente aficionada a la literatura, cuyo director era Joaquín Dicenta, periodista bohemio y autor teatral de éxito, a quien Maeztu conocía desde el estreno de Juan José, en Bilbao. Más tarde colaboró en El País, diario republicano, donde iniciaron su carrera Azorín y Baroja. Estamos en 1898. Maeztu fue, entre todos los escritores jóvenes, el que más cerca vivió el desastre colonial. Lo primero, por sus orígenes familiares y conocimiento directo de Cuba. Su posición era favorable al abandono de la isla por juzgar imposible la permanencia española en ella. Colabora en las revistas que se fundaron en aquellos días: Vida Nueva, La España Moderna, Revista Nueva y Los Tres. En 1899 aparecería su primer libro, Hacia otra España, recopilación de artículos ya publicados con algún que otro inédito.

 

Ramiro de Maeztu llegó pronto a la cima del periodismo madrileño. En 1900 publica en las páginas prestigiosas de El Imparcial. Maeztu fue uno de los artífices que convirtieron el estreno de Electra de Pérez Galdós, en enero de 1901, en una ruidosa manifestación anticlerical. La voz de “¡abajo los jesuitas!” que resonó en el teatro era suya. Del Diario Universal pasó en 1904 a la redacción de España, donde coincidió con Azorín. Al año siguiente se estableció en Londres como corresponsal permanente de La Correspondencia  de España. Casi simultáneamente, inició una colaboración con La Prensa, el potente diario de Buenos Aires, que llegó hasta 1936. En 1914 estalla la guerra europea. Maeztu va al frente a hacer una información periodística. Viste el uniforme de oficial del ejército inglés. En esta época comienza a operarse en él un gran cambio ideológico. Publica Inglaterra en Armas.  En Inglaterra contrajo matrimonio con Alice Mabel Hill y tuvo su primero y único hijo. Tras su regreso a España en 1919 publica libros La crisis del humanismo y Don Quijote, Don Juan y La Celestina. Entra a formar parte de la redacción del gran periódico liberal El Sol, que abandona en enero de 1927, para pasar a La Nación, órgano primorriverista. Embajador en la Argentina entre 1928 y 1930. Miembro de la Unión Monárquica Nacional hasta 1931. El conservador católico que era ya el Maeztu de los años 30 fue recibido en las filas de la extrema derecha monárquica. Fundador de Acción Española y diputado de Renovación Española por Guipúzcoa en 1933. En 1934 fue elegido miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Un año más tarde vendría el ingreso en la Real Academia de la Lengua, versando su discurso de ingreso sobre “La brevedad de la vida en nuestra poesía lírica”.

 

El 30 de julio de 1936 es detenido en Madrid y permanece en la cárcel de Ventas “preparándose para morir” hasta la madrugada del 28 de octubre de ese mismo año, en la que muere fusilado.

 

Dos años antes de su muerte publicó Defensa de la Hispanidad, su libro más famoso y polémico. Y aunque se presenta como una indagación y una defensa de los valores hispánicos, el libro va mucho más allá por la peculiar interpretación que de éstos hace.

 

Maeztu se designa a sí mismo como “el cronista”. Su estilo es claro y preciso, sin ringorrangos ni pretensiones, deliberadamente funcional, sometido al objetivo de informar. “La misión del artista -escribía Maeztu- es concebir una imagen que abarque en su desarmonía la mayor cantidad de vida. La del pensador fundir su lógica con el “devenir” de los sucesos. La del hombre de acción caminar al compás de los hechos”.

 Francisco Arias Solis
e-mail: aarias@arrakis.es
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Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.


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