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Francisco Arias Solís

MANUEL ALTOLAGUIRRE POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

MANUEL ALTOLAGUIRRE

(1905-1959) “Mi vida está enamorada

 su prometida es la muerte.”

Manuel Altolaguirre.

 LA VOZ DEL POETA DE INTIMA ESPIRITUALIDAD 

“Manuel Altolaguirre nos ha dejado -decía Luis Cernuda-, en esa breve obra que escribió, versos y poemas inolvidables que anidan en nuestra memoria, en la que han de perdurar como lo que son: grandes poemas hermosos y vivos, al par de lo mejor que sus contemporáneos escribieron”.

 

 Altolaguirre, poeta malagueño al igual que Emilio Prados, José María Hinojosa y Moreno Villa, pertenece como ellos a la llamada generación del 27, generación que se dio a conocer a través de las revistas poéticas fundadas por Altolaguirre y Prados. En la imprenta Sur, se editó la revista Litoral, universalmente conocida. “Nuestra imprenta tenía forma de barco -escribía Altolaguirre-, con sus barandas, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marinas, cajas de galletas y vino para los náufragos... Allí se publicaron libros maravillosos: la primera edición de las Canciones de Federico, los dos libros de Villalón, de Alberti, La Amante, Perfil del Aire de Cernuda, Ámbito de Aleixandre y muchos más. Los nuestros: mis Islas invitadas, mi Ejemplo; Vuelta y tiempo de Emilio; y libros de Bergamín, de José Moreno Villa, poemas de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Pedro Salinas, Jorge Guillén y Gerardo Diego... “

 

1926 fue el año de publicación del primer número de Litoral y del primer libro de Altolaguirre que apareció con el título de Las islas invitadas y otros poemas. Al año siguiente salió el segundo con el nombre de Ejemplo y en 1930 el tercero con el de Poesía. Este libro fue al mismo tiempo revista poética. Parte de la revista la siguió publicando en París (fueron un total de cinco números), donde se trasladó ese mismo año, “dispuesto a continuar una maravillosa y única labor, que dificultades económicas por una parte, y el general desinterés de la gente por otra, le impidieron realizar en España”, según nos contó Rafael Alberti.

 

En 1931 se establece en Madrid, donde publica Soledades juntas. Al año siguiente, casado con la poetisa Concha Méndez, que será su inseparable compañera en su labor impresora, publica su nueva revista con el nombre de Héroe.

 

En 1934 marcha a Londres con objeto de estudiar las imprentas. Allí funda una nueva revista 1616 (en recuerdo del año de la muerte de Cervantes y Shakespeare). A su vuelta a España publica dos libros nuevos: La lenta libertad y Las islas invitadas, imprime otra de sus revistas con el sugestivo titulo de Caballo verde para la poesía, que dirige el poeta chileno Pablo Neruda. “Manolito hacía honor a la poesía -decía Neruda-, con la suya y con sus manos de arcángel trabajador”.

 

Durante la guerra civil, la poesía de Altolaguirre, se compone de poemas, en los que domina como idea principal la muerte. De esta época datan sus elegías A Federico García Lorca y Antonio Machado. La primera apareció al frente de su primer libro publicado fuera de España, ya en el exilio, en La Habana, con el nombre de Nube temporal. La segunda permaneció inédita hasta 1970, año en que se publicó en la revista Prohemio. En Cuba continua sus actividades literarias. Allí editó una nueva revista poética La Verónica y otra nueva colección que tituló El ciervo herido.

 

En 1943, Altolaguirre se establece con su familia en México definitivamente. Allí publica Poemas de las islas invitadas, Nuevos poemas de las islas invitadas, Aires de mi España y Fin de un amor. En 1955, aparece en Málaga su último libro publicado con el nombre de Poemas de América.

 

En su última época, el cine alejó a Altolaguirre en un principio de su quehacer poético aunque no literario. Dentro de su producción cinematográfica su obra maestra fue la adaptación y dirección de El Cantar de los Cantares, según la versión de fray Luis de León, película que presentó, fuera de concurso, al Festival Cinematográfico de San Sebastián. De regreso a Madrid sufre un accidente de tráfico mortal, y el día 26 de julio de 1959, en un hospital de Burgos, muere Manuel Altolaguirre, que había nacido en Málaga el 29 de junio de 1905.

 En su obra poética hay una reminiscencia clara del poeta clásico que más influye en su obra y que fue San Juan de la Cruz. El propio Altolaguirre confiesa que fue uno de sus poetas preferidos y Cernuda con su agudo sentido crítico escribió estas palabras: “Como en los versos de aquel, hay en Altolaguirre, de una parte la noche, de otra la luz de amor que la traspase...” Como podemos apreciar en estos versos de Altolaguirre: “Nuestro amor silencioso / y oscuro nos eleva / a las eternas noches / que separan altísimas / los astros más distantes”. 

Francisco Arias Solis
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