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Francisco Arias Solís

CLAUDIO RODRIGUEZ POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

 CLAUDIO RODRÍGUEZ

(1934-1999)

 “¿Qué estáis haciendo aquí? ¿Qué hacemos todosen medio de la plaza y a estas horas?Con tanto sol, ¿quién va a salir de casasólo por ver qué tal está la compra,por ver si tiene buena cara el frutode nuestra vida, si no son las sobrasde nuestros años lo que le vendemos?”

Claudio Rodríguez.

 

LA VOZ DE LA POESIA NATURAL

 

“Mi único intento, en realidad, es que mi poesía sea natural (no directa, o realista, o simbólica, etc.), de acuerdo con lo que puedo hacer y con lo que estoy viviendo”, escribía Claudio Rodríguez, el 26 de marzo de 1963.

 

La gran personalidad de este maestro solo es comparable a la atracción que ejerce sobre los poetas últimos. No tiene otras armas que las idóneas y lícitas en toda operación de lenguaje: vocabulario rico, musicalidad innata y esa turbadora sensación de perfección estilística. Esa fue la razón por la que, al irrumpir en el panorama de 1953 –atestado de prosaísmo agónico y desvitaminizado-, rectificó la dirección delos vientos líricos  a favor de una sobriedad  campestre, de comunión con el paisaje y con la presencia enraizada del hombre en el medio. De golpe, entre el neoaleixandrinismo y blasdeoterismo, el poeta zamorano coloca un diferente humanismo apoyado en la geografía, entrañado en ella, pero sin la más remota concesión al agrarismo romántico o neoclasicista.   

 

“La finalidad de la poesía, como la de todo arte –dice Claudio Rodríguez , consiste en revelar al hombre aquello por lo cual es humano, con todas sus consecuencias. Aquí creo conveniente añadir que soy partidario del sentido moral del arte. La validez del arte entraña moralidad. No como espejo o faro, como moraleja  o propaganda, sino como fundamental elemento integrador  de la persona completa. La poesía trata de exponer el destino humano en una relación de totalidad con la época en que se produce y con el hombre que la escribe”.

 

Claudio Rodríguez García nace en Zamora  el 30 de enero de 1934. Realiza su estudios primarios y el bachillerato en su ciudad natal, trasladándose a Madrid en 1952 para cursar Filosofía y Letras en la Universidad Central. Se licenció en la sección de Filología Románica , en dicha Universidad Central.

 

Ha sido lector de español en la Universidad de Nottingham durante los años 1958-1960. Desde 1961 hasta 1964 fue lector de español en la Universidad de Cambridge. En 1953 obtuvo el premio Adonais. Premio Nacional de Literatura en 1983 por Desde mis poemas. En 1987 es elegido miembro de número de la Real Academia Española de la Lengua para ocupar el sillón I, sustituyendo a Gerardo Diego. En 1989 es nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad de Zamora y 1993 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Claudio Rodríguez muere en Madrid el 22 de julio de 1999.

 

Para muchos críticos Claudio Rodríguez es el más importante poeta aparecido desde la guerra civil. Su nombre forma parte de la generación llamada de “medio siglo”, que ofreció una alternativa  a la “poesía social” imperante entonces a través del humanismo profundamente vivido y estéticamente transmitido. Si hubiera que definir a este poeta habría que decir que es un clásico intimista y humanista.

 

Las tierras castellanas se desvelan palpitantes y primitivas, embriagadoras de aire y de sol, de campo y de misterio casi genesíaco. Un estremecimiento personal recorre los versos del poeta zamorano, esmaltados de metáforas proteicas, esenciales, que recuerdan a San Juan dela Cruz. Claudio Rodríguez es un poeta levantado, fervoroso  y encendido, de amplios horizontes, en su libro Don de la ebriedad (1953). La naturaleza con su olor y sabor, desplegada, luz a luz, de amanecida a atardecer, está muy visible en Conjuros (1958), libro pleno de la claridad zamorana y del ruido del Duero natales.

 En Alianza o condena (1965) da un paso más en la concentración del contenido lírico, al igual que en su libro El vuelo de la celebración (1976). En 1983 se publica el volumen Desde mis poemas, en el que reúne toda su producción., con un prólogo escrito por el mismo. En 1991 publica su último libro de poemas Casi una leyenda.  

Claudio Rodríguez es un poeta de palabras transparentes, antirretóricas, puras. “Las palabras en Claudio Rodríguez no visten nada – ha escrito su paisano Bartolomé Mostaza-; se limitan a ser luz que pone de manifiesto lo que es”. Un poeta clarísimo y un hombre de par en par. Y como dijo el poeta zamorano: “Como si nunca hubiera sido mía / dad al aire mi voz y que en el aire / sea de todos y lo sepan todos / igual que una mañana y una tarde”.

 

Francisco Arias Solis
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